jueves, 8 de diciembre de 2011

Un festivo para mirar atrás

Esta atípica semana con dos "parones" intermedios es la excusa perfecta para hacer el vago a discreción y pasar tardes enteras frente a la tele, con una tacita de café o chocolate en la mano, la manta sobre tu regazo y la calefacción encendida. La vida son estos pequeños placeres, al fín y al cabo.

Para los que nos dedicamos a la radio deportiva, también son fechas especialmente señaladas porque toca extraer lo mejor de los últimos doce meses. Sí, los especiales de Navidad no se preparan sólos, por lo que servidor ya está recopilando sonidos, "bloopers", momentos históricos y retransmisiones imborrables que hemos podido vivir en Punto Radio Valencia a lo largo de 2011.

Si tenéis un ratito (largo), os dejo para vuestro disfrute los especiales navideños que en la redacción de deportes preparamos con cariño y esmero en los últimos tres años. Si haces memoria y recuerdas algún momento mítico desde el año 2008 hasta hoy, no temas: seguramente, lo encuentres en nuestro resumen. ¡Garantizado!

PD. Sobre las fotos que acompañan al texto... No, no es un zoológico. Seguro que alguno estaba en la duda...

RESUMEN DEL AÑO 2008 (partes 1 y 2)



RESUMEN DEL AÑO 2009 (partes 1 y 2)




"BLOOPERS" (GAZAPOS) DEL AÑO 2010



RESUMEN DEL AÑO 2010 (partes 1 y 2)


miércoles, 7 de diciembre de 2011

Caer como un grande


¿Qué es "caer como un grande"?

Siempre he pensado que la única gloria que puede extraerse de una derrota reside en la forma en que se produce. Ejemplo práctico: Valencia-Real Madrid, hace veinte días. Los últimos quince minutos fueron un asedio a la portería de Casillas. Nunca esta temporada se ha visto al Madrid pasarlo tan mal, estar tan incómodo como en Mestalla. A la postre, el partido acabó 2-3, "guinde" mediante de Teixeira Vitienes. Pero el Valencia cayó de pie. Dio la cara. Vendió a precio de oro su pellejo. Nada que objetar.

Lo de ayer en Stamford Bridge no fue una eliminación honorable. Fue una derrota insulsa. En ningún momento vimos a aquel Valencia rebelde, incapaz de arrojar la toalla contra un rival superior en nombres y en presupuesto. Lo que ante el Madrid fue una seña de identidad y madurez, en Londres se convirtió en una personalidad que se echó en falta. Ningún jugador dio un paso al frente. Las carencias tácticas de los últimos cuatro años (el balance defensivo, la coordinación entre la línea de zagueros y la medular, las faltas como remedio para evitar contragolpes) volvieron a verse en todo su esplendor.

Lógico: la mejora defensiva, como venimos reclamando por estos lares, es de carácter coyuntural (debido al incremento de calidad técnica resultante de fichar a Rami y Víctor Ruíz), y no estructural. Y el frágil castillo de naipes se vino abajo cuando jugadores que no acostumbran a cometer errores, como Ruíz, los cometieron.

El incontestable 3-0 bajó de la nube al Valencia. Un nube que, quizá inconscientemente, el entorno se había encargado de inflar hasta extremos inimaginables. La ilusión siempre es buena, de eso no hay duda. Pero la delgada línea que separa la sana ilusión de la euforia desmedida se había transitado peligrosamente en los días previos. Al club le convenía, obvio, como refuerzo positivo del buen trabajo que hay que publicitar todo lo posible. Y a los medios, por supuesto, también. No somos tontos.

Sin embargo, caer como un grande no se limita a lo que ocurre en el terreno de juego. Las señas de identidad de una institución como el Valencia se pueden vislumbrar también en la manera de afrontar batacazos como el de Stamford Bridge. Esta mañana, lo primero que podía leer era un anuncio a toda página con una doble lectura: el agradecimiento sincero al apoyo de la afición (buen detalle), y el posicionamiento claro de la Europa League como el nuevo objeto de deseo del valencianismo.

¿Perdón?

El Valencia es un club grande por sí mismo, pero también por su carácter inconformista, ampliamente criticado (en ocasiones, con razón, aunque la mayoría de manera desaforada) desde fuera de la capital del Turia. Es un club cuyo sitio está en la Liga de Campeones. Viendo su trayectoria en la última década es, pese a las apreturas económicas, su lugar natural. Por eso mi sorpresa y, por qué no decirlo, cierta perplejidad con la rapidez con la que se pretende que olvidemos la eliminación de la Champions para centrarnos en la Europa League.

Cortar bruscamente con una "top model" para empezar a salir con una guapa oficinista, lo mires por donde lo mires, supone un paso atrás evidente. Aunque la oficinista, como ocurrió en 2004, acabe siendo la mujer de tu vida. Dejadnos llorar tranquilos la eliminación en Stamford Bridge. Dejadnos hacer todos los análisis pertinentes a la actuación del equipo y a las decisiones de Unai. Permitidnos hacer autocrítica para no repetir errores en un futuro.

Y, ya cuando hayamos recuperado el aliento, nos centraremos en la Europa League. Hasta febrero no se retoma la competición europea, un torneo potente que recobrará parte de su atractivo conforme se acerquen esas primeras semanas de competición en 2012. Manchester United, Manchester City, Oporto... Febrero se presenta como un mes apasionante. ¿De verdad hace falta "vender la moto" desde hoy?

domingo, 4 de diciembre de 2011

Critweetca: Origen ("Inception", Christopher Nolan, 2010)

Origen: Ni siquiera Di Caprio es capaz de hundir esta película. Que deje el cine de una vez, ese sí que es un sueño para muchos...
Cosas de la vida, hasta hace poco sólo había podido disfrutar de esta peli en el cine en una ocasión. Me dejó rumiando, como viene siendo habitual en todo lo que dirige Christopher Nolan más allá de sus Bat-películas. Por obra y milagro del Blu-Ray (¡cúanto tiempo he vivido en la ignoracia, por Dios!) recientemente he podido echar un vistazo algo más analítico a la, hasta el momento, última obra del cineasta británico.

Y la verdad es que "Origen" soporta, e incluso agradece, un segundo visionado. Es imposible hacer una sinopsis resumida debido a la complejidad de la trama, pero más o menos vendría a ser lo siguiente: una banda de "ladrones en sueños" persiguen implantar una idea en la mente de un multimillonario empresario, mientras su líder se debate entre la realidad y un mundo onírico en el que todavía conserva a su esposa fallecida.

¿Lo bueno? Prácticamente todo. Para empezar, una banda sonora absolutamente imprescindible a cargo del maestro Hans Zimmer ("Gladiator"), que mezcla temas potentes con la guitarra de Johnny Marr (sí, el de The Smiths) con melodías pausadas, reposadas, propias del mundo onírico que predomina durante todo el metraje. Como regalito, iremos desglosando algunas de ellas durante este ratito de lectura, como por ejemplo, el tema principal...


Si bien es cierto que la acción es un componente importante de "Origen", la profundidad del argumento hace que secuencias más que bien resueltas (esa pelea en gravedad cero en el hotel, la persecución en la furgoneta, el asalto al fortín en la nieve...) pierdan parte del impacto al estar más pendientes de las percipecias de Cobb (Leonardo Di Caprio, "Titanic") y su equipo, sus desavenencias en ciertos momentos y la complejidad de la operación que llevan a cabo: un sueño, dentro de un sueño, dentro de un sueño... y así hasta el infinito.


Es una verdadera lástima que, con lo bien dibujadas que están las personalidades de algunos de los miembros del equipo, sea precisamente Cobb el elemento más flojo de este. Es el caso de la arquitecta Ariadne (Ellen Page, "X-Men: La Decisión Final") y su inocente mirada sobre toda la operación; Arthur (Joseph Gordon-Levitt, "(500) Días Juntos"), mejor amigo de Cobb cuyos recursos y aplomo sorprenden en todo momento; Eames (Tom Hardy, "RocknRolla" y próximamente Bane en "The Dark Knight Rises"), el encargado de la artillería pesada, la caracterización y el disfraz; e incluso el personaje de Saito (Ken Watanabe, "El último Samurai"), enemigo en primera instancia pero que quizá sea el jugador cuyas motivaciones son más evidentes en todo el relato.

A la postre, la principal tara de "Origen" reside en confiar en que la trágica historia de Cobb (Di Caprio) y su esposa Mal (Marion Cotillard, "La Vida en Rosa") tiene el "gravitas" y peso suficiente para centrar el interés de un espectador cuya boca lleva abierta desde los primeros minutos de metraje. La atención está distraída en el mecanismo de funcionamiento del mundo de sueños ideado por Christopher y Jonathan Nolan, por sus reglas y particularidades, dejando a un lado al que, al fín y al cabo, es el personaje central de la historia. Algo, por otra parte, muy habitual en la filmografía de Di Caprio: sus películas más aplaudidas son, precisamente, aquellas en las que el elenco de personajes secundarios refuerzan el impacto del personaje principal. "Titanic", "El Aviador" o "Shutter Island" me vienen a la mente.


Visualmente, "Origen" es un escándalo. Es una de las ventajas de tener bien asidas las riendas de la Bat-franquicia: Nolan cuenta con un presupuesto gigantesco por parte de Warner Bros para plasmar en pantalla las ideas más descabelladas e imposibles (esa ciudad que se pliega sobre sí misma, las paradojas en las escaleras, la explosión fragmentada de una calle entera mientras el soñador se despierta...) que a cualquier otro director se le negaría. Hay que cuidar al artífice del éxito del "reboot" del Caballero Oscuro, por lo que tanto "Origen" como "El Truco Final" pueden considerarse el caramelo que la Warner ofreció a Nolan a cambio de crear otro rompetaquillas a renglón seguido.

Se agradecen las películas innovadoras y que arriesguen en un panorama desolador en lo que al cine respecta. Y si a una idea original se la añade una factura técnica exquisita, una gran banda sonora, un reparto potente y un final ambiguo, te queda un ejemplo de lo que los espectadores debemos exigir a cambio de los diez euros de media (entre entrada y palomitas) que cuesta ir al cine en pleno 2011. Ni más, ni menos.

jueves, 1 de diciembre de 2011

Critweetca: El Truco Final ("The Prestige", Christopher Nolan, 2006)

El Truco Final: Lobezno es más "bon xic" que Batman, pero Batman es infinítamente más astuto que Lobezno. ¿Y Scarlett? Bien, gracias
La cercanía del 16 de diciembre, cuando algunos privilegiados podrán ver el prólogo de "The Dark Knight Rises" (me niego a escribir aquello de "La Leyenda Renace"...), me ha obligado a activar mi "modo Christopher Nolan" y a revisar algunas de las películas que el director británico completó entre aventura y aventura del Caballero Oscuro. Tras "Batman Begins", Nolan sorprendió a todos con una historia atípica, ambientada a principios de siglo XX y contraponiendo a dos actores conocidísimos por sus papeles de superhéroe en otras obras.

Porque "El Truco Final" (le pega más "El Prestigio", pero ya sabemos cómo se las gastan las distribuidoras en nuestro país) fundamenta gran parte de su metraje en la rivalidad existente entre los magos encarnados por Christian Bale ("American Psycho") y Hugh Jackman ("X-Men"). El primero (Borden), brillante en la ejecución pero poco hábil para vender su magia; el segundo (Angier), menos dotado para el arte pero un maestro de la puesta en escena. Ambos arrancan el filme siendo amigos, pero pronto la trama gira hacia el enfrentamiento tras un trágico acontecimiento en pleno escenario con la mujer de Angier (Piper Perabo, "El Bar Coyote") como protagonista.

Nolan centra su atención en la personalidad de ambos, a través de un enrevesado juego de "flashbacks" y saltos temporales que siempre ha acompañado al director inglés a lo largo de su filmografía. Por eso quizá le cueste al espectador menos avezado seguir con atención el hilo de la historia, contada la mayor parte del tiempo desde dos perspectivas que se complementan y a la vez anulan. El juego de dualidades (el hombre arisco contra el afable, el anárquico contra el tranquilo, el mujeriego contra el fiel...) acompaña a Bale y Jackman durante todo el metraje, con esporádicas intervenciones de Michael Cane ("Batman Begins"), Scarlett Johansson ("Iron Man 2") y David Bowie (caracterizado como Nikola Tesla) que salpimentan el conjunto.

Ambos cumplen en su papel. Se trata de personajes complejos, pero accesibles. Jackman está especialmente acertado en un rol más dramático de lo que nos tiene acostumbrados. En el otro extremo, quizá al esperar más por su parte, decepciona ligeramente Bale con su retrato de Borden, un genio que parece ir por delante de su competidor en todo momento y al que se le podría haber sacado mucho más jugo.

Técnicamente, la película es notable en todas sus facetas salvo quizá en la banda sonora, algo por debajo de lo habitual en los filmes de Nolan. Estéticamente la película presume de una limpieza e iluminación algo disonante respecto al momento histórico que refleja, aunque este tipo de licencias también son muy habituales en Nolan. La historia decae en interés en algunos tramos, aunque sus últimos diez minutos son una auténtica virguería, tanto por la complejidad de lo que vemos como por la enorme cantidad de dilemas morales y éticos que nos pone sobre la mesa. Unos dilemas que, en el caso de los dos protagonistas principales, parecen carecer de importancia. Y el final... Sólo diré que te deja rumiando un buen rato. Como debe ser.