jueves, 21 de junio de 2012

"El pequeño"


hola a todos.dia triste y duro para mi pero por desgracia ha llegado.se q ahora se habla de muchas coas de lo q puede pasar pero todavia no hay nada decidido.la verdad es q cansa estar todo el dia desmintiendo cosas a la prensa de un sitio y de otro.aqui ayer querian una respuesta en las condiciones q me daban y creo q no son buenas para mi.por lo demas no tengo todavia decidido destino q estoy viendo q salen cosas y no es verdad .gracias a todos los granotas por todo este tiempo.os llevare en el corazon y estoy en deuda con vosotros.espero q entendais mi decision o por lo menos q la respeteis pq ha sido muy dificil para mi decir q no pero no podia ser.no era nada bueno para mi.macho levante
Rubén Suárez, en su perfil de Facebook (20-06-2012)

Orriols era un erial. Un puñetero desierto.

Corría el verano de 2008. El Levante acababa de descender a Segunda División en mitad de una salvaje crisis institucional, económica y, por qué no recordarlo, de identidad. El tío Villarroel y su pléyade de testaferros se agarraban entre las sombras a un poder accionarial absurdo en una entidad que moría desangrada lentamente. La pretemporada en Oliva, con un Luis García recién llegado de su periplo en el Benidorm, arrancaba no con quince, no con diez, no con cinco, sino con un maldito jugador en la primera plantilla. Uno. Así estaba el patio.

Fue el punto de inflexión para un club con noventa y nueve años de historia que, de no haber sido por el cúmulo de factores milagrosos que confluyeron en aquel momento, jamás hubiese celebrado el centenario. En el recuerdo de cualquier levantinista de ley, los nombres de aquellos futbolistas que, mientras que otros huían del Ciutat como de la peste bubónica, apostaron fuerte y se la jugaron viniendo al Levante. Gorka, Xisco Nadal, Cerra, Samuel, Pina... Una pandilla de locos, sin duda.

Uno de ellos era Rubén Suárez. "El pequeño", como le gusta decir a mi amigo Javier Mínguez.

miércoles, 6 de junio de 2012

María sí tiene quien le escriba


He dejado pasar una semana. Siete días que han servido para templar ánimos, calmar nervios y pensar en otras cosas tras conocer la noticia. El cuerpo me pedía revancha, "vendetta", justicia en forma de palabras para compensar aquella que la ley se dejó por el camino.

No hay derecho.

El 7 de julio de 2006, un borracho atropelló a dos amigas mías. A una de ellas, María Giner Garrigós, 19 años, le quitó la vida. La podéis ver en la foto que encabeza estas palabras, a la derecha. Por suerte, la otra víctima (también se llama María) salvó su vida de milagro, aunque el recuerdo de lo ocurrido será difícil de olvidar por mucho tiempo que pase. La semana pasada, después de seis años, el juez decidió que el responsable de semejante atrocidad ni siquiera sería encarcelado. Al tratarse de una pena inferior a 24 meses, se sustituye por otra menos gravosa cuando no hay antecedentes. Se va de rositas.

Barato, ¿no os parece?