miércoles, 7 de diciembre de 2011

Caer como un grande


¿Qué es "caer como un grande"?

Siempre he pensado que la única gloria que puede extraerse de una derrota reside en la forma en que se produce. Ejemplo práctico: Valencia-Real Madrid, hace veinte días. Los últimos quince minutos fueron un asedio a la portería de Casillas. Nunca esta temporada se ha visto al Madrid pasarlo tan mal, estar tan incómodo como en Mestalla. A la postre, el partido acabó 2-3, "guinde" mediante de Teixeira Vitienes. Pero el Valencia cayó de pie. Dio la cara. Vendió a precio de oro su pellejo. Nada que objetar.

Lo de ayer en Stamford Bridge no fue una eliminación honorable. Fue una derrota insulsa. En ningún momento vimos a aquel Valencia rebelde, incapaz de arrojar la toalla contra un rival superior en nombres y en presupuesto. Lo que ante el Madrid fue una seña de identidad y madurez, en Londres se convirtió en una personalidad que se echó en falta. Ningún jugador dio un paso al frente. Las carencias tácticas de los últimos cuatro años (el balance defensivo, la coordinación entre la línea de zagueros y la medular, las faltas como remedio para evitar contragolpes) volvieron a verse en todo su esplendor.

Lógico: la mejora defensiva, como venimos reclamando por estos lares, es de carácter coyuntural (debido al incremento de calidad técnica resultante de fichar a Rami y Víctor Ruíz), y no estructural. Y el frágil castillo de naipes se vino abajo cuando jugadores que no acostumbran a cometer errores, como Ruíz, los cometieron.

El incontestable 3-0 bajó de la nube al Valencia. Un nube que, quizá inconscientemente, el entorno se había encargado de inflar hasta extremos inimaginables. La ilusión siempre es buena, de eso no hay duda. Pero la delgada línea que separa la sana ilusión de la euforia desmedida se había transitado peligrosamente en los días previos. Al club le convenía, obvio, como refuerzo positivo del buen trabajo que hay que publicitar todo lo posible. Y a los medios, por supuesto, también. No somos tontos.

Sin embargo, caer como un grande no se limita a lo que ocurre en el terreno de juego. Las señas de identidad de una institución como el Valencia se pueden vislumbrar también en la manera de afrontar batacazos como el de Stamford Bridge. Esta mañana, lo primero que podía leer era un anuncio a toda página con una doble lectura: el agradecimiento sincero al apoyo de la afición (buen detalle), y el posicionamiento claro de la Europa League como el nuevo objeto de deseo del valencianismo.

¿Perdón?

El Valencia es un club grande por sí mismo, pero también por su carácter inconformista, ampliamente criticado (en ocasiones, con razón, aunque la mayoría de manera desaforada) desde fuera de la capital del Turia. Es un club cuyo sitio está en la Liga de Campeones. Viendo su trayectoria en la última década es, pese a las apreturas económicas, su lugar natural. Por eso mi sorpresa y, por qué no decirlo, cierta perplejidad con la rapidez con la que se pretende que olvidemos la eliminación de la Champions para centrarnos en la Europa League.

Cortar bruscamente con una "top model" para empezar a salir con una guapa oficinista, lo mires por donde lo mires, supone un paso atrás evidente. Aunque la oficinista, como ocurrió en 2004, acabe siendo la mujer de tu vida. Dejadnos llorar tranquilos la eliminación en Stamford Bridge. Dejadnos hacer todos los análisis pertinentes a la actuación del equipo y a las decisiones de Unai. Permitidnos hacer autocrítica para no repetir errores en un futuro.

Y, ya cuando hayamos recuperado el aliento, nos centraremos en la Europa League. Hasta febrero no se retoma la competición europea, un torneo potente que recobrará parte de su atractivo conforme se acerquen esas primeras semanas de competición en 2012. Manchester United, Manchester City, Oporto... Febrero se presenta como un mes apasionante. ¿De verdad hace falta "vender la moto" desde hoy?

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