Comunicado Oficial

Valencia, viernes 28 de noviembre de 2008

Tras múltiples llamadas de atención y discusiones, y con el objetivo de eliminar de raíz todos los rumores y acusaciones infundadas recibidas en los últimos meses, he llegado a un nivel de hastío que me ha obligado a difundir este comunicado.

Mi nivel de indignación es tal, que ya he puesto el asunto en manos de mis abogados para que tomen las medidas pertinentes, con las que espero sacarle hasta el último cuarto a todos aquellos que me han criticado de manera injusta desde el pasado verano. Me he cansado de repetirlo mil y una veces, y quizá por la vía legal la gente empiece a tomarse el asunto en serio.

Por última vez... Yo, Paco García, no grabo las cuñas de Pamesa Valencia.

No os podéis hacer una idea de la tremenda maldición que supone ser poseedor de un timbre de voz similar al joven encargado de locutar las cuñas de Pamesa. Mi honor, mancillado a discreción desde la campaña pasada a base de una entonación preocupantemente lánguida y un ritmo de locución que brilla por su ausencia, ha sido pisoteado sin miramientos. Mi estado psicológico es cercano a la locura, tras escuchar más de cuatrocientas ochenta veces la frase de "Nano, vaya mierda de cuñas que grabas para el básket, te las podrías currar más". Mi médico, el doctor Riviera (que cobra a 400 euros la sesión), dice que mis tendencias suicidas sólo irán en aumento si no detengo la escabechina que se está haciendo con mi ya de por sí dudosa reputación.

Así pues, espero con este comunicado haber dejado atrás esta desafortunada confusión, que no ha hecho más que traerme desgracias a mi vida: mi madre no me habla, mi novia se fue con otro, mi perro desapareció, me suspendieron varios exámenes y esta mañana mi coche me ha dejado tirado en mitad de la autovía. Espero que entendáis mi postura, ya que se trata de un estigma difícil de superar, sobre todo teniendo en cuenta mi frágil estado mental. Y el próximo que me diga algo referente a las cuñas de Pamesa recibirá una bonita demanda en la puerta de su casa, acompañada de una cabeza ensangrentada de caballo envuelta en sábanas.

Paco García