lunes, 24 de septiembre de 2012

En Orriols pasan cosas...

Obafemi Martins ya ejecuta sus "cabriolas" en Orriols (Foto: David González / AS)
Valencia es una ciudad de contrastes, de toda la vida de Dios. En un domingo de drama para el valencianista de a pie, de capa caída tras dos derrotas consecutivas a domicilio que impiden despegar a los de Pellegrino, es reconfortante pasear hasta el barrio de Orriols en busca de algo parecido al fútbol de antaño. Al de sensaciones, emoción, entrega y éxtasis final. Un sentimiento tan genuino, tan difícil de encontrar en pleno siglo XXI, que podría establecer un sello propio sin problemas. "Denominación de Origen: Ciutat de Valencia", por ejemplo.

Sucedió en el enésimo ejemplo de que los milagros existen sobre el césped. Con la épica como aliado habitual, el sufrido grupo de futbolistas a las órdenes de Juan Ignacio Martínez culminó una nueva remontada, en otra tarde para el recuerdo. De nuevo, la magia flotaba en el ambiente tras el descanso. Se había jugado mal en el primer tiempo, cierto. La Real Sociedad merecía el 0-1 que campeaba en el videomarcador. Los de Montanier tocaban con exquisitez, guardaban el cuero con mimo y jamás rifaban un balón que pretendían guardarse para sí hasta el final del partido.

El Levante, no obstante, tenía otros planes.

La brega y lucha del joven Rubén no era suficiente para inquietar a la zaga "txuri-urdin". Hacía falta algo más. Ese "factor X" que ha desequilibrado tantos partidos en las últimas cuatro temporadas a favor de los granotas. Con el deseado Martins sobre el césped, el Levante tiró de casta para empujar y empujar hasta lograr su objetivo. Nada refleja mejor la realidad blaugrana que la jugada que originó el empate. Juanlu, con un tirón en los isquios, ya con el cambio solicitado a su entrenador, decidió permanecer unos instantes más en el césped. Y le llegó la pelota. Y, casi sin fuerzas, centró al área para que El Zhar luchase el balón y fuese derribado. No contento con eso, Juanlu se mantuvo en el campo un poco más, por si a Barkero se le ocurría errar la pena máxima. El vizcaíno no falló, y Juanlu pudo marcharse del césped, renqueante pero feliz, en olor de multitudes. "Esperé el rechace del penalti, quería marcar el gol del cojo", dijo después entre risas. Barkero anotó el gol, pero el malagueño se queda con el "centro del cojo" para contárselo, dentro de muchos años, a su pequeña Martina.

Faltaba el broche de oro. Martins había avisado ya a sus críticos. "Es un delantero rápido pero sin gol", "no sabemos cómo se adaptará a la Liga Española", decían. Tocó dos balones, y embocó en ambas ocasiones pese a estar en fuera de juego. En la recta final del partido, no hubo duda ninguna: el balón largo y preciso de Ballesteros pilló a Obafemi en su hábitat natural, con campo por delante y sólo un zaguero a su altura. Las primeras zancadas le dieron ventaja. El sutil toque de cabeza, picado, le permitió ganar los centímetros necesarios para encarar la portería. Definir con clase no fue más que una rúbrica rutinaria. Golazo de "Oba Oba" para llevar la euforia a la grada del Ciutat. Las primeras volteretas, "cabriolas" como el mismo las denomina, no fueron más que la guinda del pastel. En Orriols pasan cosas. Cosas maravillosas.

PD. Mi más sentido pésame a la familia de V.D.S., aficionado granota fallecido ayer tras un paro cardíaco. Un hombre de 82 años cuya muerte nos recuerda a todos que hay que disfrutar de la vida a tope, porque cada momento puede ser el último.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Obafemi...Ese jugador por el que el Valencia suspirará...AH NO!!ESPERA...Tenemos a Parejo...