jueves, 31 de julio de 2008

Días de verano


Calor. Perlas de sudor en mi frente. Aplatanamiento que invade tus extremidades y afecta a tus neuronas. Mucho aburrimiento.

Con las palabras anteriores se puede describir sin problemas un día cualquiera en Valencia. No es de extrañar, ya que parece que los clubes de la ciudad se han puesto de acuerdo para acaparar todas y cada una de nuestras horas disponibles a lo largo del día. Y además, compiten por ver quién hace más el ridículo.

Ayer, reunión en Paterna entre Fernando y algún jugador; esta mañana, en las oficinas del VCF hay actividad; por la tarde, reunión del Consejo de Administración del Levante; mañana por la mañana, los jugadores "granotas" se negarán a entrenar... Y encima, Villalonga puede aparecer en cualquier momento al frente de un pelotón de camiones repletos de fajos de billetes de 500. Al igual que el grupo de Tomás Carmona, que afirman que un día de estos se plantan en la ciudad y compran el Levante... Bueno, esto último no se lo cree ni el Tato.

Es duro permanecer en tensión mientras el aburrimiento invade tu cuerpo. Es la ambigüedad que nos afecta a todos los que hacemos "guardias" en la ciudad. Horas y horas pateando las calles, y que no siempre traen una recompensa que las justifique. Todos conocemos ya el despacho de Soler, las oficinas del Valencia, Paterna, Oliva, el estadio del Levante... como la palma de nuestra mano. A lo largo del año la espera es dura; pero en verano, cuando calienta el sol, la cosa degenera aún más. Gracias a Dios, la llegada al Valencia de gente competente y seria (Damiá, fenómeno, eso va por tí) está evitando insolaciones y casos de deshidratación durante los últimos días. Y menos mal que en Pamesa las cosas van relativamente bien... Más sobresaltos no, por favor.

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