jueves, 17 de noviembre de 2011

El botón rojo


Pese a que ahora los fines de semana no son tan frenéticos como hace un mes, cuando Valencia, Levante y Valencia Basket ocupaban todo mi tiempo en "La Liga en Punto", no me olvido de los ingredientes que hicieron posible tantas horas de radio durante doce temporadas de manera ininterrumpida. Hoy quiero acordarme de los grandes olvidados, en muchas ocasiones, de ese maravilloso engranaje radiofónico que son las retransmisiones deportivas.

Desde 2004, cuando pisé por primera vez lo que era en aquel entonces Las Provincias Punto Radio, he tenido la fortuna de toparme con infinidad de profesionales de la mesa de mezclas. Gente a la que admiro profundamente por su rapidez a los mandos, oído crítico para los sonidos, agilidad mental para resolver los contratiempos y el "plus" que aportan desde el otro lado del cristal. Y de todos extraje conocimientos que, años después, todavía mantengo con orgullo en mi día a día.


No me olvidaré nunca de los tres primeros técnicos a los que conocí. Óscar Montesinos, al que podéis escuchar asiduamente en las cuñas publicitarias de Valencia Basket: un tipo extrovertido, ingenioso y sin pelos en la lengua. Tampoco del gran Vicente Zamora, que me enseñó muchos de los gajes del oficio y me permitió estar junto a él, mano a mano, presentando "Protagonistas Abierto a Mediodía" en agosto de 2005, en lo que suponía la primera experiencia de servidor delante de los micros de manera continuada. Por aquel entonces, yo tenía 18 años y ni puñetera idea de hacer radio. Ahora podéis escucharle, en toda España, en Cadena Dial. Un grande.

Y claro, me acuerdo de Amparo Galduf. Una persona con inquietudes más allá de la radio, de la locución, del control técnico. Sólo hay que ver su trayectoria de 2007 hasta el día de hoy. Con ella aprendí a locutar: practicamente fue la única persona que me echó una mano en aquellas primeras semanas para mejorar con el micro delante, y jamás podré agradecerle lo suficiente aquellas clases completamente gratuitas y desinteresadas.

Pasaron los años, y la nómina de técnicos se recicló. Seguía Silvia Benlloch, una voz inconfundible en el espectro radiofónico valenciano. Y Luis Martínez, el último en llegar y con la ilusión de un principiante pese a llevar muchos años en esto.


Pero la palma se la llevan dos auténticos fenómenos que he tenido el placer de conocer en estos siete años de experiencia laboral. El primero de ellos, Alberto Navarro, me enseñó la mayoría de conocimientos técnicos que puedo tener de una profesión tan específica. Un profesional como la copa de un pino que, además, llevaba por bandera una voluntad inquebrantable y unos principios éticos de los que tomé buena nota. Un crack.


Y así llegamos al gran Jose López. Un tipo igual de extraño que yo, lo cual es mucho decir. La complicidad que tengo con este señor es algo que sólo se entiende entre técnico y locutor, de igual a igual. Si él no pulsa el botón rojo, a mí no se me oye. Es tan simple, y a la vez tan complicado, como eso. Amplios conocimientos de cine y música, una capacidad de trabajo enorme, concentración a prueba de bombas... Las cualidades de un buen técnico son tan específicas, tan extrañas de combinar en una misma persona, que parece un puto milagro que haya ido a parar a la misma emisora en la que tengo la suerte de trabajar.

La analogía del sonido en la radio y la vida es más que evidente. Puedes pasar media vida preparándote para un evento, para un examen, una oposición, una relación amorosa... Y si, en el último instante, algún pequeño detalle falla, todo el trabajo se va al traste. Los técnicos de sonido, en nuestro mundo, son los guardianes de que esos pequeños detalles jamás te jueguen una mala pasada. Y en ese sentido, puedo decir que en mi casa hemos contado con los mejores.

1 comentario:

Anónimo dijo...

menuda cara de frígida egocéntrica!!