lunes, 19 de mayo de 2008

¿Seguro que la naturaleza es sabia?


Ayer era el día de las protestas. Un domingo que estaba marcado en el calendario de los aficionados valencianistas, sufridores ellos, como el punto y final de una temporada para olvidar. No obstante, la climatología tenía otros planes, y la gran bronca inicialmente prevista se quedó en cuatro abucheos pasados por agua.

Los días previos fueron convulsos, como viene siendo habitual. Para el partido que cerraba la temporada ante el Atlético se estaba preparando una gorda desde el mismo martes, cuando la Agrupació de Penyes emitió un incendiario comunicado en el que mostró su desencanto con el club. Desde ese punto hasta el sábado, muchísimas muestras de enfado y de cabreo entre los aficionados, lo que hacía prever un "pollo" espectacular para el domingo.

Y cuando parecía que las cosas no se podían empeorar... llegó el sábado, y la bola de nieve se hizo todavía más grande: los jugadores se negaron a salir al balcón del Ayuntamiento a celebrar la Copa del Rey. De nada sirvieron las súplicas de Rita Barberá, ni del propio Agustín Morera (también conocido como "el hombre de paja de L'Horta Nord"): las jugadores negaron en tres ocasiones a la alcaldesa (como Pedro hizo a Jesucristo), y se montaron en el autobús sin brindar a los mil aficionados congregados en la Plaza del Ayuntamiento el título conseguido. Lamentable espectáculo ofrecido por unos lamentables jugadores, niños grandes consentidos y mimados cuyo "coco" no les da para entender que, sin el aficionado de a pie, ellos no son nada.


Por eso, como se puede escuchar en el vídeo anterior, seguro que Soler soltó un pequeño respiro cuando los negros nubarrones que cubrían la ciudad comenzaron a descargar agua de forma indiscriminada. Un chaparrón que evitó la acudida en masa de aficionados a Mestalla: de los 35.000 espectadores habituales, al final la cifra se vio reducida a la mitad. Aficionados acérrimos que soportaron, además del aguacero intermitente, un partido infumable, malísimo, en el que se vio a dos equipos laxos y relajados y donde lo único que mereció la pena fueron los cuatro goles materializados.

Al final de la película, uno se va con la sensación de que, una vez más, Soler se escapa vivo. Se va de "rositas", como diría aquel. Las iniciativas de algunos se quedaron cortas: se vieron globos con mensajes reivindicativos, algunas pancartas más o menos incisivas, tímidos pitos en algunas fases del choque... Ni tan siquiera los pasquines anaranjados que atacaban la gestión de Soler bajo el jocoso "Gracias Juan!!! Soler vende" surtieron efecto. Un buen taco de estos panfletos fueron lanzados desde la grada superior sobre el palco de autoridades, llenando el suelo la zona VIP de Mestalla de papeles naranjas. El club, o más bien Jesús Wollstein (alias "ojo de halcón"), solucionaron rápidamente el tema: un ejército de señoras de la limpieza dejaron en apenas unos segundos el palco más limpio que una patena, libre de cualquier consigna reivindicativa.

La tarde de ayer fue gris, lluviosa, espesa y triste. Triste por una lluvia que, por ejemplo, deslució sobremanera la despedida de un Santi Cañizares que se va del Valencia como uno de los jugadores más laureados de su historia. El "Dragón" se fue bajo la lluvia, recibiendo desde el centro del campo los aplausos de menos de 10.000 espectadores: un final indigno para un mito del valencianismo. Otros, como Albelda, ni siquiera estaban en Mestalla. ¿Qué fue de los actos oficiales, las presentaciones en Powerpoint y los vídeos para homenajear al futbolista? Otra metedura de pata de Soler. Una más. Y ya llevamos tantas como gotas de lluvia cayeron ayer sobre Mestalla. ¿Qué hubiera pasado si la tarde hubiese sido soleada? Pitos, gritos, cabreo, insultos... "algo". Una reacción. Cualquier cosa hubiera sido preferible a lo visto ayer: una afición apagada y desmotivada, una sombra de lo que en su día fue Mestalla. Cosas del temporal.

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